Novias Martha Peters
¡Qué ganas tenía de mostraros esta preciosa boda! Todo lo bueno se hace esperar… pero ha llegado el momento y por fin os puedo contar la bonita historia de esta pareja y mostraros las fotos de su boda 😉
La pasión por el toque del bombo y el tambor cruzó los caminos de Cristina y Alex. Después de coincidir en varios eventos, comenzaron a salir durante las Jornadas Nacionales del Tambor y el Bombo en Moratalla (Murcia) en 2008. Una historia de amor que sellarían nueve años después, concretamente el 10 de junio de 2017 en Andorra.
La boda era una gran ilusión para Cristina y, aunque a Alex el hecho de sentirse protagonista no le gustaba, sabía que ella lo deseaba realmente y decidió concederle ese deseo. Al final se decidieron por una celebración especial, nada tradicional, y organizaron una fiesta muy personal junto a sus mejores amigos y familiares.
Cristina adora cualquier complemento para la cabeza, ya sea en verano o invierno, y un día soñó que el día de su boda llevaría un canotier. La idea le gustó tanto que la acabó convirtiendo en una ilusión. Además, tenía clarísimo que el día de su boda iría muy cómoda, sin grandes escotes ni volúmenes. Ella misma reconoce que no es muy fan de los vestidos de novia, de todo lo que miraba por internet, nada le gustaba o encajaba con su idea. Hasta que un buen día, por casualidad, encontró mi web y se enamoró de la colección de novia. Vino a nuestro atelier y tras de probar varios modelos encontró el vestido de sus sueños: el modelo ´Isabella´. Un diseño en crepé de seda natural y falda de tul plisado con flores bordadas en la cintura y en la espalda. Personalizamos el diseño para adaptarlo a ella al cien por cien cerrando el escote de la espalda y cambiando la cinta de lazo por un tono turquesa suave. ¡Estaba preciosa!
Como no podía ser de otra manera, completó su look con un canotier obra de Araceli Sancho de ´Has Couture´, una experta sombrerera de Teruel, que realizó para Cristina un modelo único con flores de tela teñidas a mano para que combinaran perfectamente con los detalles del vestido.
Pero su vestido y canotier no fueron las únicas piezas que llevó elaboradas artesanalmente porque su madre también le hizo la enagua a mano… Ay, ¡las madres! ^^.
Quería ir muy cómoda, así que como calzado eligió unas cuñas sencillas de encaje que quedaban genial con el look.
Cristina encargó su ramo y los prendidos a Flores Vázquez, un florista de Teruel que trabaja con flor preservada, al que llevó el bordado del vestido de novia y él decidió el resto.
Sandra y Ana de Kaotica Peluquería fueron las encargadas del peinado y maquillaje. Les encantó la idea del canotier y además las tres coincidieron a la hora de elegir el peinado definitivo, una preciosa trenza ligeramente deshecha. Todo un acierto 😉
Por su parte, el novio no quería ir de traje y además quería llevar zapatillas. El responsable de su look fue la firma ´Cesar´, de Zaragoza. El conjunto era un pantalón, camisa gris con puños y cuello blanco, tirantes y corbata y chaleco azul marino. Él también llevaba sombrero, un borsalino a conjunto con el resto del traje, al que Araceli Sancho añadió una cinta con la misma tela del chaleco.
Como ellos viven en Teruel y la boda era en Andorra, Cristina se vistió en casa de sus padres en Andorra, y Álex en casa de los suyos, en Hijar.
En Andorra es tradición, la noche antes de la boda, después de cenar en familia, que los amigos acudan a casa de la novia y, cuando hay bastantes chicos, se van al monte a por ramas de chopo y construyen un arco con ellas sobre una estructura en la puerta de la casa. Normalmente la tradición dice que la novia debería estar durmiendo, pero Cristina no quiso perderse ese momento especial e inolvidable y se quedó disfrutando de su gente. A la mañana siguiente, sus amigas decoraron ese arco, en principio verde, con flores de colores.
Álex y Cristina se dieron el ‘Sí, quiero’ en un parque minero de Andorra, un lugar con mucha magia del que Cristina se enamoró años atrás tras haber estado en otra boda. Cristina llego en un coche muy especial, un golf antiguo de color turquesa que había restaurado un amigo, y que a ella le hizo muchísima ilusión que la quisiera llevar y acompañar hasta el lugar de la ceremonia. El hermano de Álex se encargó de oficiar una divertida ceremonia donde no dejaron de recibir muestras de cariño por parte de amigos y familiares. Además, y teniendo en cuenta el nexo que les unió, estuvo marcada por la música en directo: piano, violín, flautas barrocas, acordeón… y la gran sorpresa de que tocaran el tambor sus compañeros del grupo.
Como Álex no lleva nada en las manos y no quería tener alianza, Cristina se autorregaló un anillo a conjunto con los pendientes de la boda, de la marca Sunfield, y en lugar de sellar su amor con un anillo, ¡lo hicieron con un brindis de cerveza!
Después de la ceremonia hicieron un picoteo en los mismos jardines del Pozo San Juan amenizado con la música de una charanga, momento en el que los novios aprovecharon para saludar y agradecer a todos los invitados por acompañarlos. Además, durante ese rato prepararon un rincón con cuadros colgados de la rama de un árbol para que sirviera como photocall a los invitados.
Para el banquete se trasladaron a los salones que tiene Trufé en Andorra. Los centros de mesa, que a su vez hacían de meseros con el número, fueron elaborados por los novios con una rodaja de chopo y un par de botes de cristal. Uno hacía de portavelas y el otro de jarroncito para paniculata. Sin duda fue una boda personalizada al detalle. Desde las invitaciones, que fueron un diseño de Álex a partir de una foto suya en un atardecer en Menorca, pasando por el cartel de ‘Bienvenidos’, que era una tabla reutilizada de un platero de unos abuelos y un carretillo antiguo y restaurado con un cántaro o los abanicos que hicieron a mano uno a uno y unos saquitos con un corazón pintado que también prepararon ellos mismos y rellenaron con arroz y hojas de olivo.
Además de los detallitos que había en el lugar de la ceremonia y el picoteo al llegar al salón los invitados se encontraban varias cosas en su sitio: tarjetitas en cartón con pizarra y en el plato galletas artesanas, una bengala (para el momento de la tarta), globos…
El ramo fue a parar a manos de su amiga Marta, una amiga muy especial que además les ayudó muchísimo con todos los preparativos, pero Cristina había encargado dos réplicas del original y se las regaló a su madre y a su suegra.
Una boda maravillosa y testigo de ello son las imágenes, preciosas, que reflejan una fiesta llena de alegría y que la fotógrafa Vanesa Pinac se encargó de retratar. Por cierto, las imágenes de los preparativos y la tradición del arco son obra de su primo Hugo Ferrer, quien también es fotógrafo (Ferrer&Mayor) y pidió disfrutar del gran día de su prima, en lugar de estar detrás la cámara. Enhorabuena pareja, ¡estabais radiantes! Y Cristina, gracias por confiar en mí para formar parte de vuestro gran día.
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Aaayyy!!! Pero qué emoción, qué ilusión, qué recuerdos, qué bonito todo!!! No me cansaré nunca de decir lo feliz que fui aquél día y lo feliz que estoy de haberos elegido a todos/as!!! Quiero repetir!!
Millones de gracias Martha, por el cariño, por hacerlo todo con tanto gusto, por hacernos sentir tan especiales, por seguir recordándonos y por hacer todo lo que haces con tanto mimo.